martes, 11 de septiembre de 2012

UN VIDRIO




Hay distintos modos de transitar la ciudad. Desde el auto todo transcurre sin grandes contratiempos una vez que uno aprendió a resignarse al tráfico del centro porteño. Y es bien sabido que una resolución eficaz para la resignación es el aislamiento. Con las ventanas bien cerradas por el frío, la radio prendida y el automatismo de frenar y arrancar esquivando motos y colectivos, los edificios y los semáforos se suceden. Somos lo que parecemos, pequeños destinos volviendo a nuestros hogares, ensimismados, abismados en nosotros mismos. Los otros autos, la gente agolpada en los colectivos o aún más contracturada por debajo, en el subte, todos somos lo que parecemos. Una marea humana de aislamiento en la muchedumbre, un terror de mirarnos a los ojos, porque ¿qué hemos de hacer si nos encontramos?

En la esquina de Avenida Córdoba y Larrea, en ese lugar donde el transitar se hace espeso, justo en ese lugar, Luis limpia los vidrios de los autos atrapados por el semáforo. Más que preguntar, la realidad irrumpe. Y eso es Luis, aunque él lo desconozca, porque su condición de sujeto le es negada sistemáticamente. Es una realidad humana que irrumpe de tal modo que uno no pueda decir que no. Voy a explicarme mejor. La mayoría de los automovilistas dicen “no”, pero el aviso ya está dado. La mecánica de la ciudad es de autos por las calles y transeúntes por las veredas. Tránsito, trenes, transeúntes y Luis. ¿Qué es lo que él está haciendo allí?

Si le preguntáramos, él diría “me estoy ganando una moneda”. Si le damos una moneda, como si fuera una limosna, él nos dice “dejame que me la gane” y nos limpia el parabrisas aunque esté impecable. "Trabajo" es la palabra que me parece más adecuada, pero ¿quién se atrevería a decirlo? Porque si eso es trabajo ¿qué nos diferencia a los que vamos dentro del auto, los que trabajamos de verdad? En esos lugares preparados para trabajar, está claro cuál es el adentro y cuál el afuera. Y lo mismo pasa cuando vamos en nuestros autos.

Nosotros, los que no estamos obligados a establecer nuestro trabajo en un lugar donde se transita, los que podemos decir “yo trabajo” sin generar polémicas. Nosotros, los que tenemos curriculum vitae, tarjetas personales, escritorio, los que tenemos la billetera llena de credenciales con nuestro nombre. Los que pertenecemos al gimnasio, al banco, al videoclub, al supermercado, a la medicina privada. Nosotros, los que estamos habilitados, los que estamos de este lado del vidrio.

Y del otro lado, Luis, con su nombre de rey francés, con su pequeña violencia que trastoca el orden de autos y transeúntes. Obligado a abrir un espacio antes inexistente, no pensado para el trabajo, no pensado para las personas, sino para los automóviles y los autómatas que los conducen. Luis en ese no-lugar, irrumpiendo en ese brevísimo momento en que el semáforo nos detiene y no hay tiempo para la pregunta. Decimos que sí o que no, gesticulamos, bajamos la radio, bajamos la ventanilla, quizás le preguntamos a Luis su nombre. Quizás nos responda “Luis” y nos desee buen fin de semana.

Gracias Luis.

4 comentarios:

  1. Me gusto mucho esta nota, como esta escrita y eso. El tema que toca también lo mencione yo en una nota anterior, acerca del individualismo que se va generando en la sociedad, solo que acá lo mostras de una manera mas real y fuerte. Con la ironía de "Una marea humana de aislamiento en la muchedumbre, un terror de mirarnos a los ojos". Y con Luis que rompe con este esquema de individualismo. Un saludo a Luis

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  2. Me gusto mucho la nota por q representa como son las personas hoy en dia. Mostras las diferentes clases sociales que existen y las reacciones y pensamientos de los mismo. Me gusto en especial el ultimo parrafo cuando decis: " Luis en ese no-lugar, irrumpiendo en ese brevísimo momento en que el semáforo nos detiene y no hay tiempo para la pregunta"
    En mi caso, como seguro de otros mas el caso de el aislamiento no se demuestra ya q existe una gran diferencia de formas de ser y acciones en las zonas. Por ejemplo, en la zona de san isidro la mayor parte de la gente esta "paseando" sin un fin muy importante.
    Hace unos dias acompañe a mi hermano al centro para comprar unas cosas, lo q paso fue q en una estacion determinada el tren cambiaba de rumbo y ademas de afectarnos a nosotros tambien a los demas, al salir de el tren una muchedumbre de gente empujandose, pintandose y sin decir un "discula".

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  3. Diego me sorprendió esta nota, me encanta como está redactada, realmente me dejó pensando mucho y logré ponerme en el lugar de Luis. La verdad, me quedé sin palabras, me encantó...(que fácil soy de convencer)

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  4. Muy linda nota y muy cierto lo que decís, esa idea que creamos generalmente en la sociedad,juzgando si saber o suponiendo algo, como que no quiere trabajar; y para Luis eso es un trabajo. Lo que personalmente me paso, en realidad a mi mama, fue que justamente dejando que un chico le limpie el vidrio, cuando le va a dar algunas monedas este le arrebató el celular y se lo robo. Entonces ¿como podemos saber si un quiere trabajar o robar? Frente a el miedo que surge a través de la inseguridad, uno prefiere no arriesgares y decirles que no. Es triste tener que juzgarlos si saber pero no podemos saber y es de lo que nos agarramos para no ser robados. Pero es cierto que hay muchos que lo hacen para poderse granar la vida y trabajan de esa manera.

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